1. La EHE.
La normativa que actualmente rige el
diseño, cálculo, construcción y control de la estructuras de hormigón armado es
la Instrucción de Hormigón Estructural
EHE-08.
Cuando en el año 1998 apareció la
denominada EHE, supuso una revolución en materia de durabilidad. Se trataba de
prestar especial atención en conseguir estructuras
más durables, puesto que se llevaba detectando cómo muchas estructuras de
hormigón presentaban patologías no deseables demasiado pronto en su vida útil.
En la EHE-08 se incluyen temas
aconsejables, como el concepto de vida útil de la estructura, los criterios de
sostenibilidad o el empleo de nuevos hormigones. Así mismo, la gestión de las
estructuras se debía revisar, dando más importancia a las inspecciones de
aquellos puntos que pudieran tener mayor trascendencia que a la simple
elaboración de probetas.
2. La durabilidad de las estructuras.
Durabilidad es
la capacidad de una estructura de hormigón para soportar, durante la vida útil
para la que fue proyectada, las condiciones físicas y químicas a las que está
expuesta. En ese tiempo la estructura debe mantener su idoneidad de uso. Pasado
ese plazo, se admite que no compense reparar la estructura por su elevado
coste, y su posible deterioro puede exigir la demolición.
La vida útil nominal de la estructura se fija en el proyecto por la
propiedad y no podrá ser inferior a 50 años (viviendas y oficinas), 15 - 50
años (edificios agrícolas e industriales), 100 años (monumentos) y de 3 a 10
años (estructuras temporales).
Los agentes que pueden disminuir la durabilidad del hormigón son
muchos, pero se clasifican en agentes mecánicos (sobrecargas, vibraciones),
físicos (heladas, fuego), biológicos (microorganismo, vegetación) y químicos
(terrenos de sulfatos, productos químicos industriales).
Salvos para los primeros, que se
tendrán en cuenta en el cálculo estructural, la degradación del hormigón depende, básicamente, de la posibilidad de
transporte que, por sus poros, realicen gases o agua con sustancias agresivas.
Estas sustancias degradarán el hormigón y/o corroerán las armaduras.
Por tanto, para conseguir estructuras
durables, debemos actuar en:
* Fase
de redacción del proyecto.
* Durante
la ejecución de la obra.
* En
el uso y mantenimiento de la estructura.
2.1. Durabilidad en la fase de proyecto.
El proyecto incluirá las medidas
necesarias para que la estructura alcance la duración de vida útil acordada,
según el tipo estructural y las condiciones agresivas ambientales.
La primera medida consiste en elegir
una forma estructural adecuada,
evitando diseños que sean sensibles a la acción del agua. Otra posible medida
es adoptar soluciones para facilitar el
mantenimiento y la sustitución de elementos.
Pero lo más importante, es que el
proyecto debe prevenir el tipo de ambiente más o menos agresivo al que estará
expuesta la estructura. La norma lo llama Clase
de Exposición, que se define para cada elemento estructural. Esto es
fundamental para determinar la dosificación
adecuada del hormigón, para que éste pueda soportar el ataque y no se
deteriore, y los espesores de los recubrimientos
del hormigón sobre las barras de acero, y evitar que estas se oxiden.
La EHE tipifica esas Clases de Exposición
en Generales, aquellas que afectan a
la corrosión de las armaduras (ambientes con humedad o con cloruros de mar o
piscinas) y Específicas, son las que
afectan a los procesos de deterioro del propio hormigón (ataques químicos,
heladas y/o erosión).
Todo elementos estructural (una
zapata, un pilar, un forjado) estará sometido a una clase general de exposición y puede estar sometido a ninguna, una o varias clases
específicas de exposición.
Algunos ejemplos a la hora de elegir la Clase de Exposición, a parte de los
recogidos en las propias tablas, son:
* Un
forjado interior de un edificio, que esté en zonas de cocinas o baños, es
ambiente IIa. Si es zona de dormitorios o de oficinas, es ambiente I.
* Un
forjado de cámara sanitaria, una cubierta no protegida, o un muro de sótano en
terreno no agresivo, son IIa.
* Una
cimentación en terreno yesífero (con sulfatos) es ambiente IIa + Qb.
* Un
pilar de fachada, chapado con ladrillo visto, es ambiente IIa si el edificio se
encuentra en Oviedo y ambiente IIb si está en Madrid.
Las zonas de pluviometría media anual superior a los 600 mm (600 l/m2),
se refiere a toda la Cordillera Cantábrica, Galicia y zonas de montaña como
todo el Sistema Central, y parte de los Sistemas Ibéricos y Béticos.
En el caso de una estructura sometida
a un ataque químico (ambiente clase Q) que ería por un terreno o por un agua
agresivos, en la tabla de la EHE se distingue entre subclases de agresividad
débil, media o fuerte (Qa, Qb y Qc). Se analizará el suelo o las aguas en
cuestión, y según los valores obtenidos y de acuerdo a la tabla, se puede establecer el tipo concreto de exposición.
Para el caso de estructuras sometidas
a una especial agresividad (depuradoras de aguas residuales o depósitos de
líquidos o sustancias industriales), y cuando las medidas normales de
protección no se consideren suficientes, se puede recurrir a sistemas especiales de protección, como
revestir superficialmente el hormigón, utilizar armaduras galvanizadas o de
acero inoxidable, añadir aditivos inhibidores de la corrosión o proteger las
armaduras mediante ánodos de sacrificio (protección catódica).
2.2. Durabilidad en la fase de ejecución.
La buena calidad en la ejecución
tiene una influencia decisiva para conseguir una estructura durable.
2.2.1. La calidad del hormigón.
Depende de diversos factores: las materias primas, la dosificación, la correcta puesta en
obra y del posterior curado.
A)
La dosificación.
Las proporciones en las que hay que
mezclar los distintos componentes será la adecuada para cumplir con la
resistencia mecánica del hormigón y su durabilidad, fijado en proyecto.
En referencia a su durabilidad, en la
dosificación debemos cumplir con los límites marcados por la máxima relación agua/cemento (kilos de
agua por kilos de cemento) y el contenido mínimo de cemento (kg por m3
de hormigón), ambos en función de la Clase de Exposición a la que este expuesto
el hormigón.
Una relación a/c de 0,25 es
suficiente para hidratar todo el cemento Pórtland, pero se necesita más
cantidad para poder amasar el hormigón y para facilitar su posterior puesta en
obra. Esto se consigue si se aumenta la relación a 0,4 o 0,5.
Con una relación a/c de 0,7 los poros
se hacen demasiados grandes, hasta de 1mm de diámetro, además de ser más
numerosos, no siendo el hormigón compacto y por tanto duradero respecto el
ataque de gas y agua.
Una relación a/c grande hace
disminuir drásticamente la resistencia del hormigón. Aumentar un 10% la cantidad de agua puede hacer disminuir un 20% la
resistencia del hormigón. Por tanto, para el ambiente menos agresivo, la máxima relación a/c permitida es 0,65.
El contenido mínimo de cemento es
importante porque con su alcalinidad se protege a las armaduras de la
corrosión, por lo que debemos de dosificarlo con una cantidad mínima que en ningún caso sea inferior a 250 kg de cemento por
m3 de hormigón armado (200 kg para el hormigón en masa y 275 kg para
el hormigón pretensado).
Una cantidad de 250 kg de cemento da
como resultado un hormigón con una resistencia de 25 N/mm2 (250 kg/cm2), por ello, la norma fija
también esta resistencia como la mínima para el hormigón armado.
La cantidad máxima de cemento se fija en 500kg, para no elevar en exceso la
temperatura de fraguado, que provocaría fuertes retracciones.
B)
La puesta en obra.
Su vertido, colocación, y
compactación, deberá cuidar lo siguiente:
* No
se colocará hormigón que tenga principio de fraguado.
* El
límite de tiempo del que se dispone, desde la fabricación del hormigón hasta su
colocación es de 1,5 horas en condiciones normales.
* Se
evitará la disgregación de la mezcla, o separación de los áridos gruesos, sin
dejar caer el hormigón desde alturas superiores a los 2 metros.
* El
vertido se realizará por tongada que permitan la compactación completa de la
masa.
Un hormigón sin compactar puede tener hasta un 20% de aire ocluido, el
cual se debe reducir hasta que quede cercano al 1%. Con ello se conseguirá obtener un
hormigón más denso y, por tanto, más
impermeable, es decir, más resistente al agua, menos vulnerable a la
intemperie y con muchas menos probabilidades de que las armaduras de su
interior puedan oxidarse. Además, el hormigón bien compactado es más
resistente; así un 4% de aire ocluido de
más, supone un 20% menos de resistencia.
C)
Correcto curado.
El objetivo es mantener el hormigón
húmedo y a temperatura adecuada, para que la hidratación del cemento desarrolle
la resistencia final del hormigón.
Durante el fraguado y el primer
periodo de endurecimiento (48 horas) el hormigón alcanza temperaturas
apreciables, produciéndose pérdidas de agua por evaporación. La masa se seca y
se interrumpe el proceso de hidratación mencionado, creándose poros en el
hormigón, además de posibles faltas de fraguado.
Por tanto, un correcto curado consigue que la impermeabilidad del hormigón sea la
mayor posible, con los mínimos poros, mejorando su durabilidad y su resistencia
(de un 30 a un 50%). Además, el curado mejora considerablemente la
apariencia externa del hormigón, ya que se reduce la retracción de la masa y
por lo tanto su cuarteo y descascarillado.
El mantenimiento de la humedad en el
hormigón se realiza mediante regado, pero sin
que se produzca el lavado de su superficie, es decir, haciéndolo justamente
cuando ha endurecido ligeramente la misma.
2.2.2. La corrosión de las armaduras.
Las armaduras deben permanecer
exentas de corrosión durante la vida útil de la estructura, por que el óxido
aumenta de volumen agrietando el hormigón. Este deterioro empeora la situación,
porque deja vía libre para el avance de la corrosión. Aunque desaparezcan las causas, la corrosión sigue avanzando si no se
eliminan los óxidos.
Para que no se inicie es fundamental:
* Obtener
un hormigón compacto, que retrase la entrada de agua.
* Colocar
las armaduras debidamente recubiertas de hormigón.
* Que
el hormigón mantenga su ph alcalino (12 ó 13).
El hormigón al estar elaborado con
cemento Pórtland, proporciona un ambiente alcalino en el que las armaduras
pueden mantenerse sin corrosión por tiempo indefinido. Si el ph baja a 10, las armaduras se quedan sin esa protección y, si
aparece humedad o cualquier otro ataque, comenzarán a oxidarse.
Con anterioridad a la EHE 98, los
fabricantes de hormigón economizaban utilizando determinados aditivos y mezclas
que conseguían hormigones cada vez más resistentes, pero con menor cantidad de
cemento. El hormigón obtenido tenía un ph insuficiente, y las patologías por
oxidación de las armaduras se generalizaban. Por eso la norma introdujo la
limitación del contenido mínimo de cemento.
Sin embargo, aún cumpliendo dicha
limitación, la protección alcalina que ofrece el hormigón se puede perder por:
A) La carbonatación del hormigón.
La reacción del CO2 del
aire con el hidróxido de calcio resultante de la hidrólisis del cemento. Este
proceso no destruye el hormigón, sólo reduce su alcalinidad, dejando las
armaduras indefensas. Tiene lugar en ambientes con alta contaminación
(aparcamientos subterráneos, polígonos industriales, ambientes urbanos) que
empieza en la superficie y va penetrando algunos centímetros a lo largo del
tiempo.
La velocidad con la que se carbonata el hormigón depende de la relación
agua/cemento utilizada en su fabricación (la velocidad se multiplica por dos si la relación a/c es
0,7 en vez de 0,5), de la cantidad de
cemento utilizado (también es doble si se utilizan sólo 150 kg de cemento
por m3 de hormigón en vez de 300 kg) o de la humedad relativa del ambiente en el que se encuentra la
estructura (la velocidad es doble si la humedad es del 50% en vez de un 80%
ó un 20%, igual de perjudicial son los dos extremos).
La Instrucción fija los cálculos de
velocidad para poder determinar el espesor
de recubrimiento de hormigón adecuado y, comprobar que se cumple con el
periodo mínimo de vida útil de la estructura.
B) La acción de iones despasivantes.
Esencialmente cloruros (también
sulfatos o sulfuros) que rompen la capa pasivante de naturaleza electroquímica
que existe entre el acero y el hormigón. Los cloruros también pueden afectar a
los tiempos de fraguado y endurecimiento.
La EHE limita el contenido de iones
despasivantes en los materiales. Además, el contenido total de cloruros en el
hormigón será inferior a 0,4% del peso del cemento, para obras de hormigón
armado, y 0,2% para hormigón pretensado.
C) También se
puede perder la protección alcalina en situaciones
especiales de medios agresivos.
Por otra parte, la EHE prohíbe el contacto de las armaduras con otros metales de muy
diferente potencial galvánico, pro ser punto de inicio de corrosión.
Igualmente, prohíbe la utilización de
aceros protegidos por recubrimientos metálicos, salvo que la Dirección de
Obra lo autorice con un estudio experimental avalado.
Otro factor a tener en cuenta para la
durabilidad de las armaduras es que el hormigón no se fisure en exceso. Toda estructura de hormigón se
encuentra fisurada por varios motivos (fisuras de retracción, de dilatación, de
deformación). La cuestión no es si hay fisuras o no, si no cuál es su tamaño y
si eso afecta a la durabilidad de la estructura, es decir, si las fisuras tienen un acho que permita la entrada más rápida de
agentes (cloruros o CO2) que puedan corroer las armaduras.
Se ha demostrado que las fisuras hasta un ancho de 0,4 mm no son
significativas. Cuando son más pequeñas, se colmatan y se sellan ellas
solas, por la suciedad y el propio óxido. La EHE limita las aberturas máximas
de fisuras en función de la clase de exposición.
Para cumplir las anchuras máximas de
fisuras por deformación del elemento estructural, al entrar en carga se deberá limitar las deformaciones de las armaduras
de acero, controlando la tensión máxima a la que podrán trabajar.
En la actualidad, existen en el
mercado armaduras de acero inoxidable,
de acero negro revestidas de acero inoxidable, de acero microcomposite y de
aceros de aleaciones especiales, todos ellos de escasa utilización en
estructuras normales de edificación pero interesantes para aplicaciones
especiales de estructuras en ambientes muy agresivos.
2.3. Uso y mantenimiento de la estructura.
La nueva EHE obliga a la propiedad al mantenimiento de la estructura. Se entiende por mantenimiento el conjunto de actividades necesarias para que el
nivel de prestaciones (de resistencia, durabilidad, funcionalidad) para el que
fue proyectada la estructura no disminuya durante la vida útil de proyecto. El
objetivo es evitar o retrasar la aparición de patologías que tendrían una
resolución más complicada y menos económica.
Las actividades de mantenimiento se pueden desglosar en las siguientes:
* Conservar
el Proyecto de Ejecución completo,
con toda la documentación anexa y la que se vaya generando durante la vida del
edificio (reparaciones, ampliaciones).
* Realizar
inspecciones rutinarias por parte de
la Propiedad (limpieza de sumideros, reparación de impermeabilizaciones) que
asegure el correcto funcionamiento y durabilidad de la estructura.
* Realizar
inspecciones principales, a
instancia de la Propiedad, por técnicos cualificados y con experiencia, para detectar
posibles daños, pérdida de seguridad, etc.
* Realizar
inspecciones especiales y pruebas de
carga, como consecuencia de los resultados obtenidos en una inspección
principal.
El proyecto de la estructura incluirá un Plan de Inspección y
Mantenimiento que
contenga la definición precisa de los siguientes puntos:
* Descripción
de la estructura y las clases de exposición.
* La
vida útil considerada.
* Los
puntos críticos de la estructura que precisan especial atención a efecto de
inspección y mantenimiento.
* La
periodicidad de las inspecciones, así como las técnicas y los criterios de
inspección recomendados.
* La
descripción detallada de la técnica de mantenimiento recomendada.
* Los
medios auxiliares para el acceso a las distintas zonas de la estructura.
3. Sostenibilidad de las estructuras.
La nueva EHE 08 incorpora como novedad criterios de sostenibilidad, y dice “el cumplimiento de esta
instrucción es suficiente para la satisfacción del requisito de exigencias
relativas al medio ambiente”. El proyecto, la construcción y el mantenimiento
de la estructura serán tal que se minimice le generación de impactos
ambientales, permitiendo un adecuado desarrollo sostenible.
Una estructura de hormigón contribuirá a la sostenibilidad si se cumplen
criterios como:
* Extender en el proyecto la vida útil
de la estructura,
para producir una mayor amortización de los posibles impactos al medio ambiente
producidos durante la ejecución.
* Hacer uso racional de la energía, tanto en la elaboración de los
productos de construcción como en la ejecución de la obra.
* Optimizar el consumo de materiales, empleando menores cantidades de
hormigón y acero. Es interesante la comparación de dos soluciones estructurales
para una misma obra.
* Emplear productos reciclados, como por ejemplo áridos, aceros o
agua reciclada en la elaboración del hormigón.
* Emplear
productos en posesión de distintivos de
calidad oficialmente reconocidos.
* Emplear
cementos que incorporen subproductos industriales o que se obtengan mediante
procesos que minoren las emisiones de CO2 a la atmósfera.
* Implantar sistemas voluntarios de
certificación medioambiental para los diferentes procesos, como por ejemplo, en las plantas de
elaboración de hormigones, en los talleres de ferralla, en las fábricas de
prefabricados,…
* Aplicar criterios innovadores que aumenten la productividad, la
competitividad y la eficiencia de las construcciones.
* Tomar
medidas específicas para gestionar los
residuos de la ejecución de la obra.
* Minimizar los impactos sobre el entorno durante le
ejecución de la obra (ruido, polvo, vibraciones,…).
Es la propiedad la que debe decidir
el criterio de sensibilidad medioambiental para la estructura, y comunicarlo al
Autor del proyecto. Dicho criterio se mide por el índice ISMA (Índice de Sensibilidad Medioambiental) que es el
resultado de multiplicar entre sí diferentes coeficientes y parámetros, los
cuales tienen unos valores que son función de las deferentes acciones a tomar,
en el proyecto y en la ejecución.
Los 50 años que se mencionan como la durabilidad del hormigón me parece muy poco, considerando que la vida promedio de una persona es de 80 años.
ResponderEliminarLas aclaraciones son perfectas.
ResponderEliminarBienvenidos al siglo XX (o XXI ahora). Hacemos edificios con una durabilidad no mayor de 100 años, cuando los "retrasados" romanos (y otras civilizaciones más antiguas aún) te levantaban edificios de varias alturas que hoy día, después de milenios, siguen en pie.
ResponderEliminarPor favor, que paren el mundo, me bajo.